lunes, 21 de noviembre de 2011

La caja de cristal: 1

Cuando el Sol sale, suele hacerlo de manera discreta, para tan sólo despertarnos con el suave cosquilleo de su luz por la mañana. Y ésa no fue la excepción. El Sol salió por el horizonte y despertó a Sora, que estaba dormida tranquilamente en el regazo de la abuela de Arisa, que e había dormido mientras se mecía en una pequeña silla.
El instinto animal de Sora le decía que era extraño que Arisa no se hubiera despertado, puesto que era madrugadora.
Sora saltó del regazo de la abuela para ir a la habitación de Arisa, que se encontraba al final del pasillo.
Ésta estaba dormida profundamente, y el despertador aún no había sonado, así que decidió saltar encima de la chica para despertarla, y cuando Ari abrió los ojos sólo se limitó a apartar a la perra de encima suya.
-Buenos días, Sora. Parece que has decidido ser mi despertador hoy.
En ese momento el pitido del despertador le hizo levantarse para pararlo y decidió que ya era hora de vestirse.
Se puso unos tejanos con una camisa verde y unos zapatos negros, y fue a la cocina para tomar algo de desayuno.
-Abuela, me voy.- Le dijo a la mujer, aunque ella no la oyó.- Dile a papá que hoy volveré tarde, que me quedo con Will en el club de atletismo.- Añadió, con la esperanza que la oyera y le dijese algo. Pero no lo hizo.
Ya se había acostumbrado a su silencio des de que su madre se fue, pero aún así deseaba que algún día le dirigiese algunas palabras amables.
Pero nunca sucedía, y se llevaba una decepción.
Una voz conocida la sacó de sus pensamientos.
-¡Arisa! Hoy has tardado mucho.
Asintió, sin darle ninguna explicación. Aunque tampoco hacía falta darle una explicación a Will, porque él ya lo sabía todo, y ya se lo imaginaba todo, también.

Caminaban tranquilos por la calle cuando Will le preguntó algo que la sorprendió.
-Oye, Arisa, si te gustara alguien de nuestra clase... ¿quién sería?
-¿Qué? Pues yo... no sé.
-¿Alguien cómo Santiago?
Arisa se quedó plantada y mirando a Will, que estaba ligeramente más serio y nervioso de lo normal. Aunque esto ella no lo notó, puesto que aún estaba digiriendo la pregunta que le acababa de hacer.
-¿Santiago?- Repitió, con una voz pausada.
Will asintió, mirándola fijamente.
-No pienso en él cómo pareja o no sé... no me interesa de ese modo. Ya sabes, sólo vuelvo a casa con él, nada más.
La expresión del chico se relajó un poco, y hasta llegó a asomarse una sonrisa en su boca, aunque demasiado difuminada para percibirla.
-¿Por qué lo decías?
-Simplemente era curiosidad.- Respondió, entrando en el instituto.- ¡Nos vemos luego!
Y así, de ese modo tan curioso que un mejor amigo puede tener para despedirse, lo hizo Will. Simplemente dijo que se iba ya a clase, y simplemente dejó a Arisa en la entrada, sola, aunque con la pequeña compañía de la duda.

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