martes, 12 de abril de 2011

Un lunes

Quando el Sol sale, suele hacerlo de manera discreta, para tan sólo despertarnos con el suave cosquilleo de su luz por la mañana. Y és no fue la eccepción.
Sora, la gata de Arisa, estaba relajada (aunque no dormida) en el regazo de la abuela, que se mecía en una silla mientras cosía una manta con gruesas lanas de color rojo oscuro, como la sangre, o como una rosa marchita un poco olvidada en el jardín.
La gata empezava a lamerse sus blancas patas cuando hechó de menos una cosa. La galleta de los lunes que le solía dar su dueña por la mañana.
Igual que todos los lunes, Arisa debía ir al colegio, pero notó que no había sotado su despertador.
No era normal que Arisa no se levantara antes de que sonara su despertador, así que decidió ir a ver que ocurría y aprovechar para reclamar su galleta de la mañana.
La gata saltó encima de la cama de la chica, que se despertó enseguida.
-Buenos días, Sora. ¿Empezabas a tener hambre?- Preguntó con voz cansada y de dormida.
Aún así, Arisa sólo se limitó a apartar la gata de encima suya y empezó con sus tareas diarias de un lunes qualquiera porque, verdaderamente eso era un lunes qualquiera.

1 comentario:

  1. ¡Vaya! Bonito despertar el de Arisa.
    Me ha gustado el hecho de que escrivas más, gracias (aunque no lo hayas hecho or mí, si nó por ti).
    Me ha gustado la historia, te lo repito aunqeu siento mucho hacerme pesada.

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