miércoles, 15 de septiembre de 2010

Pedazos de historias hechas por mi III

La vida de Mark-
(un inciso: un trozo de esta historia la podreis encontrar en este blog).


Eran las once y cuarenta y tres minutos; el timbre iba a sonar en cualquier momento y la profesora continuaba en su sitio, dictando el ejercicio.
Mark se impacientaba.
Las once y cuarenta y cuatro y la Sra. Jets continuaba tan pancha, como si fueran las once y no las once y cuarenta y cuatro minutos de la mañana.
Tres, dos, uno y el timbre seguía sin sonar.
Mark izo un esfuerzo para no estallar de los nervios y fue entonces cuando sonó, al fin, el timbre.
-Bien, chicos, para el jueves el ejercicio 1, 2, 3, 4, 6, 13 a la libreta. Podéis iros.
Todo el mundo cogió sus cosas de antemano para que la profesora no pronunciara esas palabras ante su presencia.
La Sra. Jets recogió sus cosas ante la mirada de Mark, cuyo chico, sin un motivo aparente, sintió la necesidad de acompañarla hacia la salida.
“No seas estúpido! Esa vieja bruja puede ir sola hacia la salida! Qué estoy pensando?!”
Se fue corriendo.
-Mark!- Gritó la Sra. Jets.- Me ha parecido que querías pedirme algo.
-No, no es nada Sra. Jets.
-No corras por los pasillos!
Mark se fue, impasible y con paso firme hacia su taquilla, la 125, estaba muy cerca del lado de las chicas. Cosa que no gustaba a ciertas personas, o sea, a las chicas, pero a él le daba igual porque no estaba interesado en ninguna de ellas. Por el momento, claro.
Su amigo Víctor le esperaba para jugar un rato a fútbol con todos los demás.
Víctor era un buen chico, pensaba Mark, no sabia como aún no tiene novia; él es alto, fuerte, amable, simpático y guapo.
Y su mejor amigo. El mejor de todos con muchísima ventaja.
Ese mismo día, llegaba una nueva chica y se respiraba esperanza entre algunos chicos que buscaban desesperadamente a una chica antes de la famosa excursión. Normal, seguía pensando Mark, todos quieren tener “algo” con la chica perfecta. Pero saben que, si la chica es lo suficientemente hermosa, van a tener mucha competencia.
Víctor parecía no ser de esos, a Mark le parecía, cada vez más, que era de los que esperaban a la famosa chica.

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