domingo, 4 de abril de 2010

La vida de Mark I

Eran las once y cuarenta y tres minutos; el timbre iba a sonar en cualquier momento y la profesora continuaba en su sitio, dictando el ejercicio.
Mark se impacientaba.
Las once y cuarenta y cuatro y la Sra. Jets continuaba tan pancha, como si fueran las once y no las once y cuarenta y cuatro minutos de la mañana.
Tres, dos, uno y el timbre seguía sin sonar.
Mark izo un esfuerzo para no estallar de los nervios y fue entonces cuando sonó, al fin, el timbre.
-Bien, chicos, para el jueves el ejercicio 1, 2, 3, 4, 6, 13 a la libreta. Podéis iros.
Todo el mundo cogió sus cosas de antemano para que la profesora no pronunciara esas palabras ante su presencia.
La Sra. Jets recogió sus cosas ante la mirada de Mark, cuyo chico, sin un motivo aparente, sintió la necesidad de acompañarla hacia la salida.
“No seas estúpido! Esa vieja bruja puede ir sola hacia la salida! Qué estoy pensando?!”
Se fue corriendo.
-Mark!- Gritó la Sra. Jets.- Me ha parecido que querías pedirme algo.
-No, no es nada Sra. Jets.
-No corras por los pasillos!

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