domingo, 8 de agosto de 2010

El balcón III

Era una tarde perfecta y se estaba muy a gusto con el ordenador en el balcón.
En el horizonte, se veian las grandes nuves a las que despedí hacia unos minutos, y a mi derecha reposaban la toalla y el bañador que habia usado para ir a bñarme en la piscina del pueblo.
En frente de mi, en el tejado de la casa de mi abuela, reposaba una enorme gata negra que me miraba con sus ojos de esmeraldas.
En ese momento empezaba a oler a gasolina por todas partes y me sentía un poco mareada. Pero con fuerzas para seguir en donde estaba.
No pasaba ni una triste rafaga de aire, pero las nubes del sur se movian rapidamente hasta el pedazo de cielo donde se posaban mis ojos.
Levanté un poco la vista y agudizé los oidos. Las nubes que venian de Gerri se parecían a nuves de contaminación o nuves como las que hay en el mar. Aunque las dos cosas son completamente impossibles porque aqui no hay contamincion ni estamos en el mar. Mas bien todo lo contrario...
Una rafaga de aire sacudió la toalla hasta quedar completamente arrugada. Con un poco de esfuerzo, la volví a colgar como estaba. El baador seguía, extrañamente, intacto. El aire no le habia afectado en absoluto.
Solo apartaba la vista del cielo para seguir escribiendo pedazos de entrada o para charlar por el msn. Pero aun así me costaba alejar la vista de aquel cielo, con nueves estrañamente hermosas.
No eran nuves de tormenta, pero si relajantes. Las miraba y me sentía como si estuviera encima de ellas.
Simplemente, el dejar ese lugar para siempre, e producia tristeza. Pero me alegraba que no fuera asi.
Hay ratos en los que adoraba mi hogar, y otros que lo despreciaba. Aunque sabia que no podria canviarlo nunca.

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