jueves, 5 de agosto de 2010

Los recuerdos de Annie

Annie, de 7 años, es la hija de un empresario muy famoso que triunfó en Irlanda, Holanda, Inglaterra y en Estados Unidos.
Ahora hace negocio en España y sigue por el camino de lograr el éxito.
Annie, la simple mascota del empresario rico a ojos de los demás, tiene recuerdos que no quiere desvelar.
Como el misterioso suicidio de su madre cando ella tan solo tenia 3 años, o el incendio de hace 4 años, justo despues.
Ella vió quién lo hizo a través de la rejilla del armario, y cuando el incendio se dió a cabo, sabía porqué se había producido.
Annie tiene una capacidad para recordar extremadamente sorprendente que no deja indiferentes a los psicologos que visita cada semana, ni a los amigos de papá que le preguntan, ignorantes ellos, que "cómo está mamá".
La pequeña niña tan solo responde que está bañandose en casa. No quiere recordar nada, y pese a su corta edad tiene una gran fortaleza para hacerlo.
Ahora, hasta hace poco, en su triste y ennegrecida vida han sucedido algunos eventos que han trastornado la vida de su padre y que, inevitablemente, han hecho que el terror de recordar de Annie afecte a su relación con la gente.
Ya no habla, y evita a su padre siempre que puede.
Lo que ha sucedido es que, al parecer, han encontrado en una casa incendiada una prueba que incrimina a su padre.
Una fotografía vieja tomada por una mano inexperta con una de esas cámaras que sacan la foto al momento, enseñaba como su padre, con una cerilla, empezaba a quemar las sábanas de un dormitorio. La imagen no era clara, pero había la característica americana de papá sobre unos ombros demasiado pequeños, y sobre una barriga prominente que no cabía duda de lo que significaban.
Pero la clave la tenía Annie. Los polícias intentaron interrogarla para ver si sabía algo que le sirviera de ayuda, aunque no albergaron muchas esperanzas, y pasada toda una tarde de interrogatorio, no le sacaron nada a la chiquilla.
Cuando la niña salió de la sala de interrogatorio, un hombre viejo, con cara de amable, invitó a Annie a dar un paseo por la pequeña parcela de hierba que había en la estación de policía. Ella aceptó y el hombre le contó que, si realmente el causante del incendio fuera su padre, ella corría un riesgo muy grande quedándose con él.
-Pero yo no quiero irme de casa.- Dijo la niña.- Porqué si no mamá me castigará.
-¿Tu madre?
-Sí. Cuándo ese hombre la ahorcó en su habitación, le dijo que no se fuera, que si no se enfadaría.
-¿Ese hombre? ¿Qué hombre, Annie?
-Usted quiere que le diga lo que ocurrió, ¿verdad?
-No me gusta forzar demasiado a la gente, Annie, pero debo admitir que en eso tienes mucha razón. Todos aquí queremos saber si realmente lo hizo tu padre. Y asta aquí llegaba mi afán por descubrir hasta que has mencionado al hombre.- Dió un suspiro, para ver si Annie quería añadir algo, pero como no lo hizo, le respondió de manera más corta para sentenciarlo todo.- Sí, sí que quiero saber qué ocurrió.
Annie se sentó en el suelo, de pie cruzados.
-Yo jugaba muy a menudo al escondite de pequeña. Me escondía por la casa, para que mamá me buscara. Ese día me escondí en su armario y dejé una rendija pequeña abierta. El tiempo que pasé allí no lo recuerdo, pero apareció un hombre... creo que un amigo de papá que viene a enudo a casa pero no l osé muy bien porque suele venir gente a visitarnos, pero yo le conozco.
Bueno, entró a la habitación, y luego mi madre. Él le dijo algo de una cuerda y ella se volvió blanca. Yo me asusté y seguí mirando, callada, cómo él sacaba una pistola y la obligaba a subirse a una silla para... eso. Y mamá dijo, sin ningún motivo, que si se iba de la casa se enfadaría. Él rió y tumbó la silla mientras mamá quedaba volando en el aire.
-Y... ¿Y el incendio?
-Lo hizo papá cuándo decubrió todo. Apenas fue dos días después de aquello de mamá que le prendió fuego. Yo no estaba en el armario de papá, sino en el de mamá, porqué había visto la cámara y cuándo ví a papá salir de la habitación, me dí cuenta de que sin querer había sacado una foto pero no le dí importancia y salí corriendo para que no me alcanzaran las llamas gritando...
En ese punto, Annie estaba llorando. Lloraba mucho, sin evitarlo.
Y el hombre en quien había confiado la cojió con cariño, la levantó del suelo y le dijo que no se iba a enfadar mamá por que se fuera de casa.

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